Desafortunadamente nos pidieron que compitiésemos: gánalos hijo! Se mejor que ellos! Lucha! Tu escuela es tu orgullo! Recuerda que te llamas Girbau y demuestra quien eres…

En el fondo lo que nos enseñaron fue a no llorar y a luchar. No hay que culparlos, ellos también fueron educados así pero quizás con más razón: cartillas de razonamiento, pan negro y grises en la calle. Había que ser mejor: más grande, más fuerte, más listo más…comer más.

Pero la sociedad, esta de base, cutre, básica y peor aún, rústica, no entendieron que las sociedades siempre tienden a la sofisticación, y que la sofisticación lleva al mal, y a las diferencias.

Y…que le pasa al ser competitivo, creado desde su juventud, cuando ya NO puede competir? Pues se frustra o se vuelve peor de lo que era.

Y este es el hombre que hemos creado para nuestro futuro meridional: un hombre o mujer, frustrado. Con una cultura bajísima (ayer alguien de mi edad me preguntaba quien era Mustaki, o me recriminaba que escribiera que Hitler fue escogido democráticamente), y por ello sin capacidad de intelectualizar una protesta o una acción más violenta contra el Robo y la Estafa sin fin que es endémica en este país, y que ha pasado de ser anécdota a pandemia.

Uno tiene tendencia a sentirse solo, cuando escucha lo que se dice en la plaza del pueblo. Estamos rodeados de una imbecilidad creciente y orgullosa que ya no se pregunta el porque de las cosas ni la razón de ellas.

Así como a mis 14 yo, y los que salieron de mi escuela (salvo un par o tres de delincuentes en potencia) éramos capaces de disertar con mayor o menor acierto, de la guerra civil, la ocupación Europea Nazi o simplemente de la desamortización de Mendizábal, hoy los jóvenes, a parte de no tener ni puta idea sobre todo ello, no saben ni quien es el presidente de Estados Unidos y solo se contentan en saber si la picha de Justin Bieber es larga o las Tetas de la Johanson son o no reales…No digo que fuéramos distintos aunque si digo que aparte de ello, y de matarnos a pajas (las cosas no cambian) teníamos la posibilidad de intentar tener una conversación vagamente seria.

De quien es la culpa?

Me apuesto lo que queráis que las tres o cuatro maestras que leen mi blog se les acaban de poner los dedos como escarpias.

La culpa es de los padres. Quizás yo tuve la suerte de tener unos padres que (aunque con muchos problemas de inseguridad) supieron enseñarme algo de la “vida”, una asignatura de la cual los padres de hoy han dimitido. La educación empieza en la casa de cada uno: la cultura por ella misma, la cultura por el esfuerzo, la cultura por la belleza, la cultura para y por y para toda la vida es algo que si no enseñáis en casa, no se aprenderá en ningún otro sitio. La cultura del esfuerzo….

En fin: salvo honrosas, extrañas y interesantes excepciones: estáis cultivando con vuestra idiotez, los planos cerebros de vuestros hijos.